Estudio publicado desde la Universidad de Pittsburgh, se ha descubierto que los gritos, especialmente cuando son emitidos con regularidad hacia el cerebro infantil, encierran un gran riesgos para su desarrollo psicológico que alteran de forma permanente la estructura cerebral del infante. Una buena relación entre padre e hijo es lo más importante y una crianza afectiva ayuda al buen desarrollo psicológico del niño.
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